El entrenamiento del cuerpo nos
lleva a superarnos en distintas áreas, puedo ejercitar un músculo y obtener un
mayor resultado en su actuación, puedo entrenar la resistencia aeróbica y
soportar sin grandes dificultades caminatas prolongadas o ascensos a las
montañas. Puedo entrenar la memoria y
hasta la capacidad de estudiar.
Todo entrenamiento nos mejora.
Cuanto más nos entrenamos, mejor podemos afrontar la situación para la cual nos
estamos preparando.
Dentro de cada gesto o acción que
entrenamos hay funciones enteramente conscientes, como contraer un músculo para
levantar una pesa, y otras inconscientes, como caminar, correr, respirar,
palpitar, digerir, sudar, regular la temperatura del cuerpo, etc.
Estas funciones inconscientes,
dejan de serlo cuando tomamos conciencia de ellas, si bien accionan en un plano
involuntario, al convertirlas en sucesos
conscientes pueden ser entrenadas.
El entrenamiento de las funciones
autónomas o involuntarias requiere de sensores y monitores que de alguna manera
nos muestre que está sucediendo segundo a segundo. El grado de sensibilidad que
se necesita para poder realizar estos registros sólo puede lograrse con equipos
de alta tecnología, que monitorean un ejercicio durante algunos minutos,
mostrando el comportamiento del organismo a distintos estados de ánimo,
pensamientos o situaciones estresantes.
El fin de esta técnica no es otro
que avanzar en el autoconocimiento, identificar los factores estresantes, como
influyen en nuestro cuerpo las diferentes situaciones a las que nos vemos
expuestos, en entornos familiares,
sociales y laborales. A partir de este reconocimiento, poder hacer consciente
estas funciones y aprender a controlarlas dentro de un marco de salud y
relajación.